La Presión Inflacionaria y Cambiaria

Enrique Carrizales. 28/08/22


La economía venezolana viene presentando nuevas presiones inflacionarias externas e internas que complican el escenario de estabilidad de precios y crecimiento esperado para este año.

En el escenario económico internacional, el Índice dólar (Dollar Index Spot- DXY por sus siglas en inglés), se ha fortalecido en lo que va de año alrededor de 11,26%, pasando el promedio mensual de enero de 95,90 USD a 106,70 USD en lo que va de agosto. El DXY registra diariamente el comportamiento del dólar estadounidense frente a las seis principales divisas del mundo (euro, yenes japones, libra esterlina británica, dólar canadiense, corona sueca y el franco suizo). 

Este fortalecimiento del dólar frente a la canasta de divisas que la compone, es consecuencia directa del incremento de tasas de interés por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED por sus siglas en inglés), para contener la inflación persistente en la economía americana.

Por otra parte, las perspectivas desalentadoras en el crecimiento económico mundial luego de la pandemia de la covid-19, la interrupción en la cadena de suministro aún presente, los peligros de una crisis de deuda global ante la rápida subida de las tasas de interés de los principales bancos centrales, y los eventos geopolíticos y económicos derivados de la invasión de Rusia a Ucrania, posicionan al dólar como un instrumento de resguardo de valor ante la coyuntura actual, incluso por encima del oro.

La presión alcista del dólar en el mercado internacional viene afectando el valor relativo de los commodities (materias primas como la energía, metales industriales, agrícolas entre otros), en tanto que su compra se hace en esta divisa, afectando la capacidad de la mayoría de las naciones con ingresos medios bajos a importarlos, debido a que estos deben primero adquirir un dólar más costoso en comparación a sus monedas nacionales.

El efecto combinado del encarecimiento de la energía, tanto por el efecto de la demanda ante una oferta limitada en los actuales momentos, las complejidades de la sanciones económicas Occidentales sobre Rusia y el fortalecimiento del dólar, son presiones inflacionarias por la vía de los costos que se vienen trasladando a las economías locales de muchas maneras. Latinoamérica y la economía venezolana, sensiblemente importadora, no escapa a esta realidad.  

Sin embargo, es preciso acotar la progresiva reducción de los precios de los commodities en los últimos dos meses. En el sector petrolero, por ejemplo, se ha borrado el efecto alcista inicial sobre los precios luego de la guerra en Ucrania. El West Texas Intermediate (WTI) en el mes de julio cayó 13%, y en agosto proyecta una nueva caída en torno al 8%. Por su parte, el crudo Brent de referencia en Europa, retrocedió en julio 10,1%, mientras que en agosta ronda una caída del 7,5%. Si embargo, las presiones inflacionarias persisten.

En el escenario económico nacional, la progresiva recuperación de los precios del petróleo por los fenómenos ya mencionados, ha permitido una mejora relativa en los ingresos fiscales del ejecutivo para contribuir con el dinamismo económico nacional durante el primer semestre del año 2022. 

En ese sentido, el bolívar como signo monetario ha podido ser apalancado y estabilizado por el Banco Central de Venezuela en las intervenciones cambiarias, utilizando alrededor de 1.700 millones de dólares en lo que va de año para frenar de esta manera la variación en el tipo de cambio. 

Lo que significa que la contención del tipo de cambio no se ha debido netamente a una mejora sólida de las condiciones económicas, y del fortalecimiento del bolívar, sino a una liquidación controlada de divisas para mantener la estabilidad cambiaria y de precios. Por ende, se ha venido propiciando una apreciación artificial del tipo de cambio que atenta contra el propio proceso de recuperación, ante el encarecimiento de los bienes y servicios transados en bolívares y una pérdida de capacidad de compra del dólar en la economía nacional.  

La pérdida de poder de compra del dólar y la entrada en vigencia del Impuesto a las Grandes Transacciones Financieras (IGTF), para estimular el uso del bolívar, frenar la dolarización y generar una fuente ingresos tributarios para el ejecutivo, ha implicado cambios en la dinámica económica. Desde que se adoptó el IGTF a las operaciones con moneda extranjera, el saldo de las cuentas en divisas ha tendido a descender, frenando relativamente la dolarización, un factor a considerar para el dinamismo de la oferta y demanda de dólares en el mercado oficial.  

Surge una pregunta razonable. ¿Hasta qué punto los agentes económicos estaban dispuestos a usar más dólares para sostener sus consumos y costos en bolívares producto de la sobrevaluación del bolívar y el nuevo régimen impositivo? Es de suponer entonces una progresiva reducción de la participación de agentes privados en la oferta de divisas (ventas) en el mercado cambiario oficial, restringiendo la liquidez en las últimas semanas. 

Paralelamente a esta situación de sobrevaloración del tipo de cambio, el precio promedio del crudo Merey en el mes de julio experimentó una caída del 8,2%, al pasar de 92,25 USD/b en junio a 84,72 USD/b en julio. Sin contar el precio de descuento al que se vende el crudo venezolano para poder sortear las sanciones sobre PDVSA. La caída del precio del crudo venezolano no es un fenómeno exclusivo del país, sino por el contrario, es parte de la compleja dinámica económica global. 

Por su parte, la producción de crudo de Venezuela se estancó entre mayo y junio de 2022, promediando 710 mil barriles diarios en ambos meses. Peor aún, para julio la producción retrocedió 6,9%, (661 mbd) la cifra más baja en lo que va de año.

Es de anticipar entonces una nueva reducción de los ingresos fiscales por parte del ejecutivo para cubrir sus compromisos, tanto en moneda extranjera como en bolívares, de cara a las recientes expectativas y presiones por compromisos laborales, difíciles de asumir con una tasa sobrevalorada, en la que se requieren cada vez más dólares para cubrir los compromisos en bolívares. Se ha venido gestando una nueva coyuntura económica nacional al tratar de contener artificialmente la fluctuación del tipo de cambio.

Las recientes presiones para el pago de compromisos laborales a nivel nacional implicaron una nueva emisión monetaria, que como resultado desencadenaron una fuerte presión sobre el tipo de cambio, que se hizo primeramente visible en el dólar paralelo, para luego trasladarse al mercado oficial.

Para contener la presión cambiaria y evitar su efecto sobre los precios, el Banco Central de Venezuela, decidió intervenir el mercado cambiario con una venta de 200 millones de dólares en la banca, para proporcionar liquidez y contener la fuerte tendencia alcista del tipo de cambio. En ese sentido, el presidente de la subcomisión de Finanzas de la Asamblea Nacional (AN), Ramón Lobo, confirmó la operación del BCV, para el día jueves 25 de agosto, y de los intentos del ente emisor para llevar la calma al mercado cambiario.

Con esta nueva intervención de 200 millones de dólares, el ente emisor prácticamente está absorbiendo la liquidez monetaria equivalente al monto inyectado para pagar los bonos y compromisos laborales al personal docente y otros trabajadores de la Administración Pública. Sin embargo, es importante precisar que, a pesar de esta venta de divisas, se hará necesario que las autoridades mantengan un ritmo de asignaciones importante y constante, con el fin de normalizar el mercado, garantizar la liquidez y llevar el tipo de cambio a un valor que sea atractivo para que los agentes privados regresen a las mesas de cambio. Estas últimas, pueden experimentar una interrupción en sus operaciones ante la inestabilidad y la falta de liquidez de divisas en la banca.

En consecuencia, el precio del dólar paralelo cerró el pasado miércoles 24 de agosto en 8,70 bolívares por dólar, debido a un incremento de 10,63% en comparación a su cierre anterior, mientras el oficial quedó en 7,0147 bolívares por unidad, tras un alza de 11,67%, lo que llevó la brecha entre ambos tipos de cambio a 19,37%, un diferencial que desestimula al uso de la cotización reportada por el BCV como referencia para la fijación de precios.

Es de esperar una variación al alza de la inflación en los próximos meses por el efecto sobre los precios. Para el cierre de julio la variación mensual fue 7,5%, que, aunque mucho menor a junio, que mostró un incremento de 11,4%, la variación acumulada interanual de julio se ubicó en 137,1%. Un valor que sigue posicionando a Venezuela como uno de los países con la inflación más alta.

Es clave que mejore relativamente la capacidad de producción y exportación de petróleo de Venezuela en los próximos meses, para equilibrar el flujo de caja del ejecutivo, e incrementar los ingresos fiscales petroleros. Acompañado de una política cambiaria que permita un proceso gradual de ajuste de este indicador.

El ejecutivo y el BCV tendrán que analizar y estudiar como sostener el crecimiento económico futuro, como con la modificación del encaje legal y otras políticas de apertura que faciliten la inversión en sectores estratégicos para impulsar la economía. 

Las necesidades de financiamiento del ejecutivo pueden traer como consecuencia, una mayor presión tributaria, con la promulgación de nuevos impuestos para trata de reducir el déficit. Sin embargo, en el contexto de debilidad que experimenta la economía, la mayor carga tributaria sobre las empresas puede significar un freno para el crecimiento esperado.  

El definitiva, la presión actual sobre el tipo de cambio es el resultado de los problemas de flujo de caja del ejecutivo, ante la nueva disminución de los ingresos fiscales petroleros, que limita su capacidad para cubrir los compromisos internos. Incluido sostener la actual política de intervenciones en el mercado cambiario.

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