Los intereses detrás del acuerdo de liberación de sanciones a Venezuela







Elaborado por: Centro de Formación Estratégico para el Liderazgo Global 

Caracas 17 de octubre 2023.

La compleja situación del mercado petrolero mundial, el cual enfrenta una restricción de suministro por parte de la OPEP+ para equilibrar y sostener los precios del petróleo, se ha visto profundizada por la reducción voluntaria de un millón de barriles diarios adicionales por parte de Arabia Saudita, y el recorte de las exportaciones rusas en 300.000 mil barriles diarios hasta lo que queda del año 2023. Situación que coloca a los países altamente consumidores de petróleo, y con riesgos de una inflación persistente, a enfrentar precios del crudo con una tendencia creciente en el corto plazo. La actual crisis geopolítica en Medio Oriente, derivada del renovado conflicto palestino-israelí, amenaza con extenderse en la región con consecuencias imprevistas en el escenario global. En ese sentido, los precios del petróleo han reaccionado negativamente y experimentan subidas ante la amenaza de un corte de suministro si escala el conflicto. 

Antes de estos desarrollos geopolíticos, el gobierno de los EEUU ha venido avanzando con el gobierno de Venezuela, en una fórmula que permita el alivio de sanciones con el objetivo de incrementar las exportaciones de crudo de Venezuela a EEUU. Acciones que se han concretado en la licencia especial a Chevron, y a otras empresas europeas como ENI y Repsol, de Italia y España respectivamente, logrando que Venezuela vuelva a figurar entre las fuentes de importación de crudo de los EEUU. Recientemente, Chevron anunció su intención de realizar una nueva campaña de perforación de pozos en el país, a fin de mejorar la producción, independientemente del eventual levantamiento de sanciones. De igual manera, la India manifestó su intención de retomar operaciones petroleras en el país, lo que pone de manifiesto la importancia estratégica del petróleo venezolano en el escenario internacional.

La necesidad de un suministro confiable de petróleo en el hemisferio occidental para los EEUU es una necesidad existencial en estos momentos. Y más de producirse una escalada impredecible en el conflicto en Medio Oriente. En ese sentido, continuar con la normalización de las relaciones económicas y diplomáticas con el gobierno de Venezuela, y lograr los argumentos de forma para validar el cumplimiento de las exigencias de EEUU, que permita el levantamiento de las sanciones, es una necesidad existencial para ambos gobiernos. 

El panorama político venezolano no ha cambiado sustancialmente, y el precario reacomodo de las fuerzas políticas opositoras para lograr una candidatura unitaria, no da garantías de un cambio de gobierno previsible en el futuro. Sobre todo por su fragmentado y débil liderazgo interno. Por su parte, las opciones políticas radicales en Venezuela, encarnadas por la figura de María Corina Machado, respaldada por movimientos políticos extremistas como Voluntad Popular, en estos momentos son una amenaza para la estabilidad que requieren los EEUU y abrir objetivamente el mayor volumen de las importaciones de crudo de Venezuela. 

La negociación y el reconocimiento tácito que se le ha venido dando al gobierno de Nicolás Maduro, requiere también de un compromiso de parte de Caracas para que realice concesiones que permitan los argumentos de forma y así levantar las sanciones. Estos aspectos de forma se pueden identificar como: Las garantías para elecciones libres, donde el gobierno de Maduro se comprometa a aceptar observaciones electorales internacionales; Permitir el acceso a los medios de comunicación para las elecciones, entre otras. Aún así, queda un espacio gris en la negociación como la libertad de presos políticos, y otras exigencias, pero se evidencia que el objetivo de corto plazo no parece ser la transición política en el gobierno de Venezuela, sino elecciones libres, como recalcan los funcionarios de EEUU. El gobierno de Maduro no es la mejor opción para los intereses de EEUU, no obstante, los intereses existenciales de la Casa Blanca están por encima de la retórica conflictiva de los últimos años.  

El elemento de fondo para la negociación es la necesidad de hidrocarburos en los EEUU, por lo que en la coyuntura geopolítica actual, es de esperar que se levanten transitoriamente las sanciones a la industria petrolera (PDVSA), incluso antes del evento electoral, con el compromiso de cumplimiento de lo anteriormente expuesto por el gobierno de Nicolás Maduro. Esto no implicará una mejora significativa en los ingresos fiscales para el gobierno, si la lógica sigue siendo un intercambio de petróleo para aliviar la deuda de PDVSA con entidades extranjeras. Sin embargo, un aumento relativo en los impuestos sobre la renta de las empresas mixtas objeto del levantamiento de sanciones, permitirán un limitado alivio a las finanzas del gobierno de Maduro.

Para los EEUU es imperiosa la incorporación de la producción de Venezuela en el mercado internacional, para aliviar la restricción de oferta existente, permitiendo una medida similar a la aplicada a la Republica Islámica de Irán, donde se le autorizó un incremento de las exportaciones de petróleo en 700.000 barriles diarios, con un intercambio de prisioneros y el descongelamiento de USD 6 mil millones de dólares con intermediación de Qatar. Este último acuerdo se congeló luego de los ataques del grupo extremista Hamás sobre territorio israelí.

Los desafíos para la oposición política venezolana son apremiantes, dada su continua espiral descendente, ante la pérdida de credibilidad y confianza de una dirigencia desgastada en ofertas político electorales irrealizables, y una marcada retórica conflictiva que la hace quedar mal ante su base electoral, cuando intenta tender puentes de negociación y acuerdos con el gobierno de Maduro, que en el pasado, esa misma oposición dinamitó con movimientos insurgentes como “la salida” de 2014, la solicitud de sanciones internacionales y el llamado a una intervención militar.

Para Nicolás Maduro y su entorno político, es un reconocimiento explícito del gobierno que representan, y una oportunidad para su relegitimación en el poder.

En las actuales circunstancias, de un mundo geopolíticamente desordenado, con riesgos económicos estructurales, múltiples conflictos regionales, y una polarización política generalizada hasta en las economías desarrolladas. Los valores que prevalecen no son los de la libertad y la democracia, sino el surgimiento de un nuevo modelo de gobiernos autoritarios capaces de mantener “el orden” dentro del caos. De allí que, el gobierno de Nicolás Maduro tenga la oportunidad de legitimidad si cumple con los intereses del autoritarismo de los EEUU y una mal llamada comunidad internacional, con un doble estándar según sus intereses. 




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